Cristán encajó una flecha en su arco y apuntó a Kapzharg. El asesino no se movió. Una gota de sudor descendió por su nariz. Tensó más el arco. Kapzharg se mantuvo inmóvil. Cristán soltó la flecha. La flecha voló a una velocidad increíble. Pero el asesino fue más rápido. La flecha impactó detrás suyo.
Kapzharg la había esquivado con facilidad apartándose hacia un lado.
***
Alilea se arrastró un metro. Otro. Jadeó. Miró hacia Umi. La asesina seguía de espaldas. La jinete avanzó otro metro usando sus manos. Estaba muy cerca. Se volvió hacia atrás. La guerrera parecía distraída. Ali volvió a mirar hacia delante. Dios, estaba tan cerca... Pero la herida le dolía tanto... Daba igual. Tenía que llegar. Sacó unas pocas fuerzas y avanzó un metro más.
***
Edd levantó la cabeza y miró a Ulfancho.
─¿Ahora ya no eres tan duro, eh enano?
Edd cogió el mango de la lanza y se la sacó de la pierna. Miró al asesino del oeste con fúria y lanzo la lanza a un lado. Se levantó usando su martillo, aunque era evidente que había perdido movilidad.
─Lem ─dijo el guerrero con voz potente─. Marchaos. Partonio y yo nos ocupamos de estos dos.
─Pero...
─¡Marchaos!
─Como quieras amigo ─cedió Lémoilas─. Tened cuidado.
Los cuatro, Lem, Eliawain, Ari y Stert, salieron de la estancia usando la llave que Ulfancho había vomitado.
─¡No! ─gritó Ulfancho.
─Déjalos ─ordenó Wakambidi─. Ya nos ocuparemos de ellos después de haber eliminado a estos dos.
─Esto se va a poner interesante... ─sonrió Edd a la vez que agarraba su martillo y cojeando colocaba su espalda con la de Partonio.
Eliawain corría por los túneles de la caverna. Ari, Stert y Lem lo seguían de cerca.
─Es por aquí ─dijo cuando llegaron a una ramificación.
Los tres lo siguieron corriendo. En poco rato llegaron a una amplia sala. En el centro, una mujer afilaba sus dos espadas.
─Lamento importunaros ─dijo la mujer echándose hacia atrás el cabello─, pero no podéis pasar de aquí. Mi nombre es Ermi, la asesina del noreste y tenéis que pagar para poder pasar.
─Déjalos ─ordenó Wakambidi─. Ya nos ocuparemos de ellos después de haber eliminado a estos dos.
─Esto se va a poner interesante... ─sonrió Edd a la vez que agarraba su martillo y cojeando colocaba su espalda con la de Partonio.
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Eliawain corría por los túneles de la caverna. Ari, Stert y Lem lo seguían de cerca.
─Es por aquí ─dijo cuando llegaron a una ramificación.
Los tres lo siguieron corriendo. En poco rato llegaron a una amplia sala. En el centro, una mujer afilaba sus dos espadas.
─Lamento importunaros ─dijo la mujer echándose hacia atrás el cabello─, pero no podéis pasar de aquí. Mi nombre es Ermi, la asesina del noreste y tenéis que pagar para poder pasar.
***
Cristán encajó otra flecha. No podía fallar. Ahora no. Tensó el arco y apuntó a Kapzharg, que se mantenía inmóvil.
─Las probabilidades de que aciertes ─dijo el asesino─, son del 0'03%.
Cristán tragó saliva. Sólo le quedaban dos flechas. Si se quedaba sin munición, aquél individuo acabaría con él. Disparó. La flecha surcó el espacio que había entre los dos contrincantes a gran velocidad, pero el asesino echó un paso hacia atrás, dejando pasar la flecha a la vez que se ponía de perfil. Entonces, cogió la flecha con la mano en un movimiento fluido que aprovechaba la fuerza que llevaba la saeta, dio una vuelta completa sobre si mismo y lanzó la flecha contra el arquero que la había disparado. Cristán trató de esquivarla pero la flecha iba demasiado rápido. El dolor que sitió cuando la flecha entró en su cuerpo fue indescriptible.
***
Ali miró la cuerda. Joder debía avanzar un poco más. Se arrastró como pudo. Ya llegaba a la soga. Ali sacó un cuchillo. Empezó a cortar la gresa cuerda. Maldita sea, aquello duraría bastante.
***
─Ulfancho ─dijo Wakambidi con su lanza rotando en su mano─, el enano es tuyo. Yo me encargo de este ermitaño.
─Como quieras Wakambidi ─respondió el monstruo sonriendo.
Edd se colocó en guardia y esperó a que Ulfancho lo atacara. El asesino intentó abrirle la cabeza con la hacha pero el enano esquivó el golpe apoyándose en su pierna buena. Acto seguido pasó el enorme martillo a ras del suelo golpeando en las piernas de Ulfancho, que cayó al suelo estrepitosamente. Edd avanzó cojeando hacia el monstruo y levantó el martillo con un grito triunfal. Lo bajo con fuerza, decidido. Pero la espada de Ulfancho también subió decidida. El mango del martillo fue cortado por el acto desesperado de Ulfancho, que lo miraba sin creerselo. Sorprendido, Edd hizo un paso atrás, momento que el asesino aprovechó para ponerse en pie en una sonrisa macabra.
Wakambidi y Partonio daban vueltas en círculos, buscando fallas en el movimiento del rival. El asesino se hechó hacia atrás con la lanza en una mano y apoyada en el codo del mismo brazo y sonrió con chulería. sin embargo Partonio no lo atacó. Sabía que su enemigo buscaba provocarlo para que hiciera un paso en falso y él no iba a darle tal satisfacción. Sonrió y se colocó en posición de pelea.
Edd se colocó en guardia y esperó a que Ulfancho lo atacara. El asesino intentó abrirle la cabeza con la hacha pero el enano esquivó el golpe apoyándose en su pierna buena. Acto seguido pasó el enorme martillo a ras del suelo golpeando en las piernas de Ulfancho, que cayó al suelo estrepitosamente. Edd avanzó cojeando hacia el monstruo y levantó el martillo con un grito triunfal. Lo bajo con fuerza, decidido. Pero la espada de Ulfancho también subió decidida. El mango del martillo fue cortado por el acto desesperado de Ulfancho, que lo miraba sin creerselo. Sorprendido, Edd hizo un paso atrás, momento que el asesino aprovechó para ponerse en pie en una sonrisa macabra.
Wakambidi y Partonio daban vueltas en círculos, buscando fallas en el movimiento del rival. El asesino se hechó hacia atrás con la lanza en una mano y apoyada en el codo del mismo brazo y sonrió con chulería. sin embargo Partonio no lo atacó. Sabía que su enemigo buscaba provocarlo para que hiciera un paso en falso y él no iba a darle tal satisfacción. Sonrió y se colocó en posición de pelea.
***
─No tenemos tiempo para esto ─dijo Stert─. Yo me ocupo. Marchaos y liberad a Ryn.
─Sí ─dijo Eliawain.
Los tres salieron de la sala dejando atrás a dos mujeres que empezaron a bailar la danza de la muerte.
***
Joder. Le había dado en el maldito hombro. Cristán miró la flecha que sobresalía de su cuerpo. Debía acabar con eso ahora. El arquero encajó su última flecha.
─¿Todavía sigues con eso? ─dijo Kapzharg─. Ya te he dicho que no tienes más que un 0'03% de probabilidad de acertarme.
─Sí ─respondió Cristán─, pero este será el tiro decisivo.
***
La cuerda estaba a punto de romperse cuando Umi la vió.
─¿Todavía sigues con vida? ─preguntó con una sonrisa socarrona. Entonces vió lo que Alilea estaba haciendo─. ¡NO!
La asesina levantó una mano hacia Ali, como intentando pararla. La jinete, por su parte le dirigió una sonrisa antes de cortar finalmente la cuerda. El candelabro se precipitó sobre la asesina. Alilea se tumbó boca arriba, jadeando, y sonrió. Lo había conseguido.
***
Wakambidi trató de atravesar a Partonio con la punta de su lanza pero el ermitaño esquivó el ataque y levantó su pie descalzo para golpear la mandíbula del asesino pero este se hizo atrás inclinandose y esquivando la patada. Sin embargo, Partonio ya había lanzado otro ataque con el bastón, que golpeó a Wakambidi en el abdomen y después, conectó una serie de patadas al asesino que lo noquearon.
─Sólo venciste a Páragul porque él tiene la pierna herida ─afirmó Partonio─. Pero no te vengas arriba. Eres más fácil de derrotar que Polónia.
Edd esquivó el hachazo que le venía hacia la cabeza verticalmente. Esquivó la estocada hacia su abdomen y esquivó otro ataque horizontal a su cabeza. Mierda, estaba desarmado contra un tipo con dos armas. Aquello pintaba muy feo. En ese momento, oyó la voz de Partonio que le decía:
─¡Edd, cógela!
Con rapidez, Edd esquivó un corte diagonal de la espada de Ulfancho y cogió la lanza que Partonio le había lanzado. en un movimiento fluido, Edd se agachó, esquivando un ataque de Ulfancho, y clavó aquella lanza en el estómago de su enemigo.
***
La flecha surcó el espacio que los separaba. Unas llamas verdes, rodeaban la saeta y su velocidad incrementó. Las pupilas de Kapzharg se dilataron justo antes de que la flecha impactara. Entonces, una explosión recorrió la caverna y envió al asesino a la otra pared, donde quedó colgando de la flecha, que lo había atravesado y lo había clavadoo en la pared.
─Esa es la razón ─dijo Cristán─ por lo que no confío en la probabilidad.