La bruja miró a Émiryn, quién se encontraba arriba de las escaleras de mármol y le lanzó una bola de fuego, conjurada en su báculo. Sin embargo, la arquera la vió venir y saltó por la barandilla hasta caer al suelo. La bruja volvió a alzar el báculo, pero unas raíces le cogieron los tobillos y le treparon por las piernas. Eliawain sonrió. Sus ojos brillaban en un tono verdoso.
La bruja golpeó con su báculo el suelo y una honda recorrió el suelo, cortando las raíces. Chilló y se giró hacia Eliawain, que estaba delante de Émiryn, protegiéndola. La bruja chilló y dijo:
─Ahora veréis todo mi poder.
Acto seguido levantó el báculo e inició una letania de palabras que sonaron en una voz mucho más grave que la voz de Sigrid. Acabó el conjuro y el báculo pareció estremecerse. Entonces, la hechicera arrojó el bastón a los pies de Eliawain, que retrocedió, mirando el báculo. El bastón empezó a cambiar y se hizo grande, muy grande, y grueso. Unas patas brotaron de los lados del báculo, y el orbe que coronaba el bastón, se tornó una enorme cabeza monstruosa. En total, el gigante insecto de madera, medía como medio hombre de grueso y era de largo, como diez hombres altos. Sus patas eran largas, como la mitad de su cuerpo y su cabeza era enorme.
─¿Qué es eso? ─preguntó Ryn, acobardada.
─No lo sé... ─murmuró Eliawain en el mismo tono de voz.
─¡Elimínalos! ─chilló la bruja señalando a Eliawain y a Émiryn.
El monstruo se giró y miró a la bruja. Dió un paso y se acercó a la hechicera.
─¿No me has oído? ─preguntó la bruja─. Mátalos.
El monstruo abrió las fauces y la cara de la bruja palideció.
─Espera, espera ─pero el monstruo no esperaba, sinó que acercaba más sus mandíbulas a la bruja─. ¡Esto no debería ser así! ─chilló la bruja a la vez que retrocedía, desesperada─. ¡NOOOO!
En un movimiento rápido, el monstruo atacó y las fauces de aquel ser, se cerraron entorno a la cintura de la bruja, partiéndola en dos. El ser sacudió la cabeza y tragó. Pasaron unos segundos y el enorme insecto regurgitó algo. El ser sacudió la cabeza y lanzó hacia un lado los huesos de la hechicera.
─Bueno ─dijo Émiryn─. Ahora sabemos que no es herbívoro.
***
Victhorin se levantó.
─Ealena tranquilízate ─dijo con voz calmada.
─Cállate escoria ─gritó la demoníaca figura arrojando un torrente de llamas sobre el druida, que esquivó arrojándose a un lado.
─Por favor ─dijo, mientras fijaba la mirada en la pócima curativa que la mujer flamígera había estado calentando─. Cálmate.
─¡He dicho ─gritó la asesina─ que silencio!
Otro torrente de llamas corrió la zona y el sudor empezó a perlar la frente de Victhorin.
─No quería usarlo pero... ─dijo Victhorin─ ...no me dejas opción.
De su cinturón sacó dos viales, con una pócima verde claro, casi fluorescente. Los había elaborado en secreto, sin que nadie supiese, porque no sabía si Ealena podía volver a atacarles. Aquella pócima, lo que haría, sería apagar cualquier tipo de llama, fuera cual fuera. Ese era su gran poder.
─Ealena ─dijo el druida─, cálmate o me obligarás a hacerte daño.
─¿Tú, sucio humano? ─dijo la demonio─ No me hagas reír.
Ealena alzó sus manos para lanzar otro ataque y Victhorin arrojó su vial abierto. Las llamas y el líquido chocaron en el aire.
***
El insecto se giró para ver a Eliawain y a Ryn, con las fauces goteando sangre. El monstruo abrió la bruja y soltó un chillido osco. Ryn encajó una flecha y disparó. No se paró a ver si lo había herido y volvió a disparar a la vez que rodeaba al ser. Disparó siete veces. Sin embargo, el exoesqueleto de aquel ser era muy grueso y las flechas rebotaban y caían al suelo. El monstruo miró a Émiryn y abrió sus fauces, pero una bola de plasma impactó en su cola. De las manos de Eliawain salía humo. El insecto miró a Eliawain y movió su cola, golpeándolo y enviandolo a chocar contra la pared.
─¡Eli! ─gritó Émiryn.
Sin embargo el monstruo se le acercó y ella cayó, atemorizada ante esa enorme bestia. El insecto abrió la boca y se dispuso a devorarla, pero en un acto reflejo, Ryn cogió una flecha y la clavo dentro de la boca del monstruo.
***
Las llamas cedieron paso al líquido, que siguió avanzando hacia Ealena, que esquivó el ataque.
─Casi... casi me matas ─dijo atemorizada mirando al líquido que había empapado la hierba.
─Lo haré si no te tranquilizas ─contestó Victhorin agarrando otro vial abierto con la mano derecha y con su báculo en la espalda.
─Maldito humano...
Ealena volvió a alzar sus manos pero entonces algo sucedió. La mujer cayó al suelo de rodillas, en un estruendo de llamas y quemando toda la hierba a su alrededor, dejando un campo árido de ceniza. Sus llamas se volvieron naranjas otra vez, aunque en sus manos seguía estando un brillo azul.
─Victhorin ─dijo Ealena, resuperando su voz─. Arrójame ese líquido,
─¿Qué?
─Ya me has oído, ¡hazlo!
─Pero...
─No sé cuanto tiempo la mantendré a ralla dentro de mí, ¡hazlo ahora!
─No puedo...
─Sí puedes ─Ealena lo miró a los ojos y él supo que no podría hacerlo─. Por favor...
─Está... Está bien
Victhorin agarró el vial con las dos manos y se acercó a Ealena. Pasaron unos instantes y Ealena alzó de nuevo la cabeza.
─Hazlo.
─No puedo...
Ealena sopló sobre los pies de Victhorin y este notó cómo se quemaban. En un acto reflejo retrocedió agarrándose el pie, y no se dio cuenta hasta después que el vial se le había caído.
─Ahora... estaré con mi esposo... ─dijo Ealena antes de desaparecer como ceniza en el viento.
***
─Veamos quién es más rápido ─dijo el asesino mirándola.
Ari levantó los ojos y vió que él estaba tan cansado como ella. Los dos se puesieron en guardia y saltaron. Ambos cayeron sobre el suelo en el lugar donde antes había estado el otro. Pasaron unos instantes. Tensión absoluta. Un corte apareció en el costado de Ariwen, que mantuvo la posición. Sin embargo, el asesino tosió sangre. Dos finas líneas de sangre surcaban su abdomen. Ariwen había ganado.
Ari levantó los ojos y vió que él estaba tan cansado como ella. Los dos se puesieron en guardia y saltaron. Ambos cayeron sobre el suelo en el lugar donde antes había estado el otro. Pasaron unos instantes. Tensión absoluta. Un corte apareció en el costado de Ariwen, que mantuvo la posición. Sin embargo, el asesino tosió sangre. Dos finas líneas de sangre surcaban su abdomen. Ariwen había ganado.
***
El monstruo retrocedió gritando y volvió a chillar hacia Ryn, que se había reunido con Eliawain. El mago se había erguido y escuchó lo que le decía Ryn.
─¿Tú crees que funcionará? ─preguntó la arquera.
─Estoy seguro.
Eliawain se colocó delante de Ryn y lanzó una salva de hechizos al insecto, que movió la cabeza, enfadado, y se dirigió hacia los dos héroes. El monstruo abrió la boca y entoncces, Eliawain se agachó, apareciendo detrás de él Ryn con una flecha encantada encajada en el arco. Soltó la cuerda. La flecha se clavó en la boca del monstruo, que cayó delante de ellos como un peso, totalmente muerto.
─Magic shoot ─dijo Ryn sonriendo a Eliawain.
Ambos chocaron la mano y se abrazaron.
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