jueves, 13 de julio de 2017

DEREBAND Cap 18

[Se recomienda al lector, que escuche la canción mientras se procede a leer el siguiente pasaje]

¡Veo algo! ─gritó Stert, que se había adelantado, junto con Alilea─. Parece una ciudad.
─Está en una colina ─dijo Ali─. Y en la cima hay una fortaleza.
Eliawain miró entre todos los papiros, y muchos le cayeron al suelo, pero Victhorin se los recogió. 
─Creo que debe ser... ─dijo Eliawain─. Telemir y la fortaleza de Ériadon.
─Sigo diciendo que tienes el mapa al revés ─dijo Partonio y Eliawain lo giró y se dio cuenta de que le estaba tomando el pelo así que le sacó la lengua.
─¡Genial! ─dijo Lem ─¡Una nueva ciudad por explorar!
─Id con cuidado ─dijo Edd─. Los humanos de este territorio están sumidos en una guerra contra el barón Malequith. No sería de ectrañar que no se muestren muy amigables con los forasteros.
La compañía siguió avanzando por aquel camino serpenteante, hasta llegar a la ciudad. 
La ciudad se erguía ante ellos, magnífica, enorme, con unos sólidos muros de roca verdosa, pues no por nada la llamaban la ciudad esmeralda. Por dentro, la ciudad tenía infinidad de subniveles, pero si algo llamó la atención de Lem, fue que era limpia. Casi tan limpia como las ciudades élficas. 
La mayoría de las casas tenían dos o tres pisos, con los techos a diferentes alturas, donde vieron apostados a arqueros. Las viviendas se abrían en calles anchas por las que circulaban caballos y carros por el centro y viandantes por los laterales. También tenía callejuelas secundarias, por donde solo transitaban peatones, que estaban, si cabe, aún más limpias que las calles principales. 
Entraron, con el beneplácito de los guardias y llevaron a los caballos por la calle principal. Cruzaron un mercado que estaba abarrotado, pues era una ciudad comerciante y recibían mercancías frescas de todos los rincones de la región, excepto de la baronía de Malequith. 
Cruzaron también varias iglesias, de diferentes religiones. Era una ciudad libre, y todos, fuese cuál fuese su religión, eran bienvenidos en ella. También vieron a hombres besando a hombres y a mujeres besando a mujeres. Lem estaba asombrado, pues aunque los elfos ya habían llegado a ese punto de libertad, los humanos todavía eran muy retrógrados y ver que en esa ciudad habían adelantado tanto, era un privilegio. 
La ciudad, como ya he dicho, se encontraba organizada en distintos niveles, teniendo entre ellas, puertas de rastrillo. A Eliawain le pareció que la ciudad había ido creciendo de forma que habían ido construyendo nuevas murallas y aprovechando las anteriores para construir casas. 


La compañía vió a varios guerreros con espadas y varios cuarteles militares puesto que, como Edd había dicho, estaban en guerra y no iban ganándola, precisamente. Había cantidad de establos y cantidad de tavernas, pues los viajeros eran muchos y debían encontrar algun sitio donde dormir.
Por último, hay que hablar de la fortaleza de Ériadon. ¿Cómo describirla? La más grandiosa construcción que había construído el hombre en ese entonces, con muros verdosos que alcanzaban los diez hombres de altura. Catapultas cada cinco varas de muro y numerosos guárdias con lanzas. Desde fuera, se adivinaban altas torres, y la blanca torre de la ciudadela más alta, más imponente que todo lo que habían visto antes. Doblaba en tamaño a todas las demás y era blanco perla, brillante a la luz del sol y espléndida en la sombra. Los Fluvianos la llamaban la Torre de la Esperanza. 
La compañía llegó a una taverna, una posada en la que pasar la noche, ya que al día siguiente proseguirían su viaje. Encontraron una en una de las calles principales. Se llamaba el Ogro Esmeralda y era sencilla pero según les dijeron algunos ciudadanos, gozaba de muy buena reputación. 


[Se recomienda al lector, que escuche la canción mientras se procede a leer el siguiente pasaje]



La compañía dejó a los caballos en un establo cercano y fueron a la posada. El posadero los recibió con hospitalidad y con mucha amabilidad. Les dio cuatro habitaciones dobles y una triple y se organizaron en ellas. Dejaron todo su equipaje y bajaron a pasar la tarde en la taverna. Un hombre reposaba en lo más oscuro de la sala, con un hacha clavada en la mesa y bebiendo cerveza. Inicialmente, la compañía no le hizo mucho caso, pero pasado un tiempo y viendo que no cesaba de mirarlos, Ari y Lem decidieron ir a ver quién era. Cuando estuvieron más cerca, Ari lo reconoció en seguida. 
─¡Mesara! ─exclamó sorprendida.
El hombre la miró a los ojos desde detrás de su jarra de cerveza.
─Hola, Ari.
Ariwen abrazó a Mesara, que derramó la cerveza sobre la mesa, sorprendido por el abrazo repentino.
─Ven, y charlamos un rato ─le invitó Ari.
─Bueno, supongo que no pierdo nada...
Mesara se levantó y los dos, junto a Lem que no sabía que estaba pasando, se fueron a la mesa que ocupaba la compañía.
─Chicos, este es Mesara ─dijo Ari presentando al bárbaro.


─Caballeros ─dijo Mesara─, caballeras...
─Anda, que cara de pringao ─soltó Edd. Una patada le llegó por debajo de la mesa y vió que estaba Ryn con un semblante serio.
─Creíamos que te había pasado algo ─dijo Stert.
─Sí, que me perdí.
─Para variar ─soltó Alilea.
─¿Y cómo llegaste aquí? ─preguntó Ari.
─Pues veréis ─dijo Mesara sentándose─, me perdí en la encrucijada del monolito, y me fui en dirección contraria a vosotras. Viaje bastante hasta que me di cuenta de que no os veía y para entonces estaba ya muy lejos. Me quedé en un pueblo llamado Tossala y entonces me vinieron a buscar emisarios de mi padre. Me trajeron aquí y desde entonces he estado peleando por la casa Fluvian.
─¿Y quién es tu padre? ─preguntó Cristán intrigado.
─El duque Fluvian ─respondió Mesara.
─¿¡Quéeeeeeee!? ─exclamaron todos.
─No soy el heredero, sinó el segundo hijo ─aseguró Mesara bebiendo de su cerveza.
─Pero, pero... ─dijo Stert.
─¿Eres el segundo en línea de sucesión? 
─El tercero, si cuentas a mi hermana mayor. 
─Vaya... Albaida ─dijo Partonio comiendo una piruleta.
─¿Pero que...? ─preguntó Mesara desconcertado.
─Déjalo ─dijo Edd─, Además de ciego es tontito.
─Bueno ─dijo Ari a Mesara─, ahora que ya estamos todos, podemos ir a ayudar a Lem y a los suyos.
─Ojalá pudiese ─respondió Mesara─, pero debo quedarme defendiendo la casa de mis ancestros.
Ariwen se giró y miró a Lem.
─Oye Lem, ya se que no podemos pediros nada pero...
─¿A quién hay que vencer? ─preguntó Lem sonriendo.
─Gracias Lem ─sonrió Mesara─. Mañana hablaremos con mi padre y el nos dirá que hacer.
Poco a poco, fue atardeciendo y todos se marcharon a dormir. 

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