Era media mañana cuando los guerreros entraron en la fortaleza de Ériadon. Según les había dicho Mesara, el duque ya sabía que aquella compañía de mercenarios se pondría a su servicio. El puente levadizo bajó y el enorme rastrillo se abrió para dejar pasar a la comañía, que era precedida por Mesara.
─Mi señor ─dijo uno de los guardias─, es un placer volver a veros.─Ahórrate los cumplidos y vigila que no entre nadie más ─respondió Mesara hosco.
─Como ordenéis, mi señor.
La puerta se cerró detrás de Edd que dijo:
─No veo a Eliawain, cuidado no lo hayamos pisado.
─Estoy aquí ─dijo Eliawain desde el lado de Lem.
─Oh vaya...
[Se recomienda al lector, que escuche la canción mientras se procede a leer el siguiente pasaje]
Los doce entraron al salón real. Era un salón muy ámplio y estaba lleno de cortesanos, que miraron extrañados a los heroes entrar. Mesara lucía una sonrisa brillante enorme cuando entró en la sala y a su lado, Lem parecía feliz.
─Padre ─dijo Mesara arrodillándose ante su progenitor. Detrás suyo, toda la compañía le imitó.
─Hijo ─respondió el padre, moviendo la mano para que se levantara.
El duque bajó las escaleras que ascendían a su trono y se acercó a su hijo.
─¿Cómo va la guerra? ─preguntó Mesara, mirándolo fijamente a los ojos.
─Mal, hijo, mal ─respondió el duque dirigiéndose a una estancia detrás del trono. Una mesa tallada en madera de roble con la forma del territorio entero del ducato de Fluvian estaba en el centro de la sala y el noble se acercó a ella y se apoyó. La compañía lo siguió a esa estancia─. Cuando tomaron el Paso Alto, nos pusieron en un aprieto, pues dominan dos de las tres entradas a nuestra patria.
El duque señaló una desfiladero en una cordillera al norte, en la que se veía perfectamente la ocupación de cinco peones rojos. Al oeste se encontraba un río y un vado, marcado con un peón. En el este, se podía ver un par de peones enemigos ocupando una fortaleza.
─He decidido ─dijo el señor de Fluvian cogiendo los peones de dentro de la fortaleza de Ériadon y colocándolos en la cordillera─ que yo personalmente guiaré a mi ejército para recuperar el Paso Alto. Después construiremos defensas más poderosas y atacaremos a la Fortaleza del Campo Este ─el duque señaló la fortaleza del este.
─Es un plan arriesgado ─dijo Mesara─. Podrían atacar desde Campo Este directamente a la capital.
─No es la forma de guerrear de Malequith ─respondió el viejo noble acariciándose la barba mientras contemplaba la fortaleza enemiga─. Esperará ocupar toda la frontera antes de atacar a nuestro corazón ─el viejo se giró a su hijo y lo cogió por los hombros─. Por eso necesito que vayas al Vado Helado. Necesito hombres allí y tu compañía de mercenarios me vendría de gran ayuda ahora mismo.
─Como ordenes, padre.
─Por cierto ─añadió el duque─, tu hermano es el capitán que comanda a los hombres que vigilan el vado. Dile que me envíe tantos hombres como pueda.
─Padre, tú sabes que Aenaluck y yo no nos llevamos muy bien...
─Me dan igual las diferencias que tuvieráis en el pasado, ahora tenemos que juntar fuerzas para derrotar a nuestro enemigo.
─Como quieras, padre.
─Hijo ─respondió el padre, moviendo la mano para que se levantara.
El duque bajó las escaleras que ascendían a su trono y se acercó a su hijo.
─¿Cómo va la guerra? ─preguntó Mesara, mirándolo fijamente a los ojos.
─Mal, hijo, mal ─respondió el duque dirigiéndose a una estancia detrás del trono. Una mesa tallada en madera de roble con la forma del territorio entero del ducato de Fluvian estaba en el centro de la sala y el noble se acercó a ella y se apoyó. La compañía lo siguió a esa estancia─. Cuando tomaron el Paso Alto, nos pusieron en un aprieto, pues dominan dos de las tres entradas a nuestra patria.
El duque señaló una desfiladero en una cordillera al norte, en la que se veía perfectamente la ocupación de cinco peones rojos. Al oeste se encontraba un río y un vado, marcado con un peón. En el este, se podía ver un par de peones enemigos ocupando una fortaleza.
─He decidido ─dijo el señor de Fluvian cogiendo los peones de dentro de la fortaleza de Ériadon y colocándolos en la cordillera─ que yo personalmente guiaré a mi ejército para recuperar el Paso Alto. Después construiremos defensas más poderosas y atacaremos a la Fortaleza del Campo Este ─el duque señaló la fortaleza del este.
─Es un plan arriesgado ─dijo Mesara─. Podrían atacar desde Campo Este directamente a la capital.
─No es la forma de guerrear de Malequith ─respondió el viejo noble acariciándose la barba mientras contemplaba la fortaleza enemiga─. Esperará ocupar toda la frontera antes de atacar a nuestro corazón ─el viejo se giró a su hijo y lo cogió por los hombros─. Por eso necesito que vayas al Vado Helado. Necesito hombres allí y tu compañía de mercenarios me vendría de gran ayuda ahora mismo.
─Como ordenes, padre.
─Por cierto ─añadió el duque─, tu hermano es el capitán que comanda a los hombres que vigilan el vado. Dile que me envíe tantos hombres como pueda.
─Padre, tú sabes que Aenaluck y yo no nos llevamos muy bien...
─Me dan igual las diferencias que tuvieráis en el pasado, ahora tenemos que juntar fuerzas para derrotar a nuestro enemigo.
─Como quieras, padre.
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