viernes, 28 de julio de 2017

DEREBAND Cap 22

─¡Qué rollo! ─exclamó Lémoilas jugueteando con un palo.
─Pues sí... ─dijo Ryn, pensativa, mientras se tocaba la barbilla.
─Es raro que todavía no haya noticias de padre... ─reflexionó Mesara.
─Ten fe ─contestó Aenaluck─, a estas alturas estará enviandonos uno de sus mensajeros.
Habían pasado tres días y aún no había ni rastro de enemigos ni de mensajeros del duque Fluvian. Hacía una calor increíble y ninguno de los chicos llevaba camiseta. Las chicas, por su parte, llevaban tops para tener menos calor, menos Ariwen, que decía que era atérmica. En ese momento escucharon un cuerno. Venía del vado y sonó con fuerza.
─¡Ese es el cuerno Fluviano! ─exclamó Mesara.
─¡A las armas! ─gritó Aenaluck─ ¡Nos atacan!
Con rapidez, todos se armaron y se ataviaron con sus cotas de malla y sus armaduras. Algunos montaron a sus caballos y en pocos minutos, llegaron al vado. Unos cincuenta hombres de Malequith estaban en el Vado y Derthram se encontraba en medio de ellos. Su espada atravesaba a un fluviano que con su último aliento murmuró "traidor" y cayó muerto.
─Derthram... ─dijo Aenaluck─ nunca lo habría imaginado.
─Si bueno ─contestó el cambia capas con una macabra sonrisa─. Me prometieron las tierras del sur si te mataba.

Los dos guerreros se miraron unos segundos, sin decir ni una palabra hasta que Derthram levantó la espada y apuntó a la Compañía y a los cinco fluvianos.
─¡Atacad! ─gritó Aenaluck.
La compañía se hechó encima de los cincuenta hombres de Malequith, y aunque eran menos, los obligaron a recular. Derthram atacó directamente a Aenaluck, que paró su ataque con su espada y se movió hacia su izquierda para desequilibrar a su adversario. 

En otro lado de la batalla, Mesara blandía su alabarda por encima de su cabeza y golpeaba el suelo con ella. La roca se estremeció y unas cuantas rocas de gigantesco tamaño atravesaron a los cinco malvados que se encontraban delante de él.
─Esto si es un verdadero Golpe de Roca.
Lémoilas se movía con sorprendente agilidad entre las espadas y lanzas enemigas, esquivandolas o desviandolas y, a medida que avanzaba, sin golpear a ninguno, sus adversarios caían con cortes en el torso. Lem se paró delante de cinco enemigos y sonrió.
─¿Alguien más quiere bailar conmigo la Danza Macabra? ─preguntó mientras cogía el mango de su espada. 
En la colina, Cristán y Émiryn comandaban a los arqueros fluvianos. Un guerrero de Malequith avanzó demasiado y un arquero Fluviano trató de abatirlo con sus flechas, pero la armadura de aquél hombre era demasiado gruesa y sin fallas, así que la flecha rebotó y cayó al suelo, inerte. Cristán lo vió y agarró dos de sus flechas. Encajó las dos a la vez en su arco y tensó a la vez que se agachaba, apuntando al centro de la caja torácica del hombre con la armadura. Soltó la cuerda y las flechas volaron, con unas místicas llamas a su alrededor de color verde. La saeta impactó en el centro del pecho del hombre y las dos atravesaron la coraza clavándose en el cuerpo del malvado y empujándolo hacia atrás.
─¿Cómo has hecho eso? ─preguntó Émiryn atónita.
─Bueno, era un Tiro en Negro ─respondió Cristán levantándose y encajando otra flecha.
La compañía venció con facilidad a los asesinos, hasta que solo quedó Derthram, que se batía en duelo con Aenaluck. Las espadas chocaban, con estrépito y ambos parecían bastante igualados, pero en un momento, Aenaluck resbaló con una roca mojada y perdió pie. Derthram no desaprovechó el momento e hizo un profundo corte en la mano de Aenaluck, que dejó caer su espada. Derthram levantó su espada y la bajó con ímpetu para clavarla en la carne de Aenaluck, pero una hoja se interpuso en su camino. Lémoilas había parado el golpe con su espada. 
─Oye oye ─dijo Mesara─. Si alguien se carga a mi hermano seré yo.
Mesara avanzó con su hacha de guerra en las manos y miró a su enemigo con una fiera sonrisa en su cara. 
─Es igual, morirás ahora ─dijo Derthram moviendo su espada en círculos.
Atacó a Mesara pero este esquivo el ataque desplazándose a un lado e inclinando su cabeza. Derthram volvió a cortar esta vez hacia su cabeza pero Palborán se agachó y esquivó el ataque. Aprovechando la baja guardia del traidor, Mesara golpeó con su hacha y fué tan potente el golpe, que la armadura entera se desmenuzó y aunque el golpe fué seco y la hoja no tocó la piel de Derthram, el traidor salió despedido hacia atrás, golpeándose con una roca que se erguía en medio del río.
Mesara se acercó a su enemigo agarrando la pesada hacha solo con una mano y con la otra agarró a Derthram por el cuello y lo levantó por encima de su cabeza.
─Dime, ¿hay más de los tuyos por aquí? ─preguntó con severidad.
─Oh sí ─rió el traidor─. Sólo eramos la avanzada. El grueso viene detrás y el  legendario Caballero de Plata va con ellos. No sobreviviréis a esta noche.
Una mano agarró el hombro de Mesara y este se giró, sorprendido. Aenaluck se erguía detrás de él, con la espada en la mano mala. Mesara soltó a su enemigo y volvió a la orilla.

─Derthram Greensword ─dijo Aenaluck─, yo Aenaluck Fluvian, hijo de Anastor Fluvian y heredero del ducato de Fluvian, te condeno en nombre de mi padre a la pena de muerte por traición. 
─Hazlo rápido, niñofue la respuesta de Derthram. 
La espada de Aenaluck se hundió en la carne de Derthram en el cuello y el heredero volvió a la orilla. 
─Nos atacarán antes del amanecer ─dijo a la Compañía─. Yo no estoy en condiciones de pelear pero dispararé con mi arco con los arqueros. Vosotros os quedaréis aquí abajo excepto las jinetes, que montarán a sus caballos y esperarán en el campamento. 
─Como queráis ─dijo Alilea llevando su caballo al campamento. 
─Lémoilas ─dijo el heredero cuando todos se hubieron marchado─. Protege a mi hermano en el campo de batalla.
─¡Claro! ─respondió Lémoilas con una sonrisa. 
Poco a poco fué anocheciendo y un cuerno enemigo sonó en la otra orilla. Unos doscientos guerreros salieron del bosque con el Caballero de Plata al frente. La Compañía se mantuvieron firmes, con las armaduras puestas y mirando a sus enemigos con fiereza. Lémoilas se encontraba en medio, al lado de Mesara y Eliawain, y en su mirada se veía desafío mientras en su boca se dibujaba una sonrisa. Entonces empezó la Batalla del Vado Helado.

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