domingo, 25 de junio de 2017

DEREBAND Cap. 11

─No tenemos tiempo para esto ─dijo Ari─. Ataquemos todos a la vez, él está solo y nosotros somos seis.
─Eso no sería honorable ─dijo Edd─. Dejad que me ocupe de él. 
Édgamer avanzó y sacó su martillo de la vaina que portaba en la espalda.
Miró a su enemigo y sonrió tras esa espesa barba que le cubría la cara. Ulfancho atacó de frente y sin miramientos con un corte de la hacha hacia la cara de Edd, pero el enano se hechó hacia atrás esquivando el golpe. La siguiente estocada con la espada de Ulfancho fue repelida por el mango del martillo de Edd, que no dudó en aprovechar la oportunidad que le brindaba la guardia baja del ser. Con un poderoso golpe de martillo, Edd trató de destrozar la cabeza del asesino, pero este se agachó plegándose hasta que la espalda prácticamente quedó en ángulo recto con sus piernas. El criminal volvió a atacar al enano, que repelió el corte del hacha dirigido a su costado usando su martillo, que después blandió para tratar de apastar a Ulfancho que desvió el ataque con su espada. Los dos retrocedieron unos pasos para tratar de buscar fallas en la defensa de su enemigo.

***

Umi Zenbao sacó la katana del cuerpo de Alilea, que yacía en el suelo aparentemente sin vida. Con un trapo, Umi limpió la sangre de Alilea de su espada a la vez que se giraba para ir a la puerta. Alilea abrió un ojo y jadeó imperceptiblemente. Aquella despiadada guerrera la había vencido en el combate, sin embargo, todavía no la había derrotado completamente. En ese momento, vió la cuerda que permitía bajar el candelabro para encender sus velas. Si conseguía cortar esa cuerda, el candelabro caería sobre la asesina del sureste.


***

Cristán abrió los ojos. Su brazalete de madera lo había salvado de la hoja de Kapzharg. El asesino trataba de sacar la espada del brazalete, pero este era demasiado grueso y el asesino no podía sacarla. Cristán sonrió por s buena suerte y golpeó con el puño la cara del norteño. El asesino dió un paso atrás a causa del golpe y Crristán volvió a golpearlo. En el abdomen. En la cara. Kapzharg cayó al sueloy se apoyó en su mano izquierda. Con la derecha se limpió  la sangre que le chorreaba del labio. 
─Admito que eso no me lo esperaba ─dijo Kapzharg levantándose.
─Supongo que es bueno que te hayas sorprendido ─dijo el arquero lanzando la espada hacia atrás.
Kapzharg sonrió y se colocó en guardia, aunque iba desarmado.

***

De repente, Edd sonrió socarronamente y se inclinó hacia atrás, con el martillo en una mano. Ulfancho, no dudó un instante en atacar y la sonrisa de Edd se ensancho. Con una velocidad inusitada, el martillo del enano se dirigió con asombrosa potencia hacia la cabeza de Ulfancho lateralmente por la derecha. El asesino, sorprendido, paró el golpe con sus dos armas y se tambaleó por la fuerza del golpe. Edd usó el mango de su arma para golpear a Ulfancho en su cadera izquierda y desestabilizarlo más. El asesino se echó hacia atrás un paso protegiéndose la cadera que había recibido el golpe y en ese instante, Edd golpeó con toda su fuerza el lateral del ser. El martillo se hundió en el estómago del monstruo que gritó y cayó hacia atrás soltando sus armas y agarrándose la zona afectada. De repente, el monstruo trató de cerrar la boca, pero no surgió efecto. Vomitó una masa sanguinolienta, con la llave en el centro.
Edd sonrió y Ari avanzó hacia Ulfancho.
─Que asco ─dijo la espadachina cuando cogió la llave del centro del vómito.
Todos estaban pendientes de la llave que Ariwen tenía en la mano cuando de repente un grito ahogado resonó en la sala. Edd hincó una rodilla en el suelo. En la parte frontal de esa misma pierna asomaba la punta de un arma. Una lanza le había atravesado todo el muslo, entrando por la parte del glúteo de Edd y saliendo casi en la zona de la rodilla. 


Edd jadeó dolido y una figura salió de entre las vigas que había en el techo de la sala. 
─¿Creíais que sería tan fácil derrotar a la banda de las Ocho Direcciones? ─preguntó Wakambidi.
Somos los asesinos de oriente y occidente ─dijo Ulfancho levantándose apoyado en la espada. No lograréis pasar de esta sala con vida.
─¡Yupiiiii! ─exclamó Partonio sonriendo mientras salía de entre sus compañeros─. ¡Por fin voy a poder pelear!¡Don capirote!

No hay comentarios:

Publicar un comentario