sábado, 10 de junio de 2017

DEREBAND: Cap 8

Rápidamente, Edd y Eliawain montaron una tienda de campaña mientras el resto exceptuando a Páragul y Victhorin aseguraban la zona.
─Malditos bastardos... ─dijo Ealena con el so
Victhorin se metió con Páragul en la tienda. Todos volvieron. No había rastro de los asesinos y si había uno, no habían sido capaces de encontrarlo. Lem se sentó sobre una roca, al lado de Eliawain que estaba descansando sobre un tocón. Lem tenía una cara de clara preocupación cuando sacó una tablilla de chocolate.
─¿Crees que se recuperará? ─preguntó Eliawain compungido.
─Claro ─respondió Lem, seguro─. Estoy más preocupado por Ryn. Quién sabe por lo que estará pasando...

Pasaron unas horas y Vícthorin salió de la tienda. Sus manos estaban ensangrentadas y traía un semblante triste. 
─He hecho lo que he podido ─dijo Victhorin─. Pero la pierna está peor de lo que estaba. Dudo que pueda volver a andar.
─¿Cómo está? ─preguntó Lémoilas.
─Está consciente, si es lo que quieres saber ─dijo Vícthorin. 
Lémoilas se levantó y fue hacia la tienda. Cuando entró, vió a Páragul tumbado sobre una camilla de ramas y hojas con las heridas vendadas con unas vendas impolutas. A su lado, en el suelo, había un gran número de frascos de cristal vacíos pero con restos que indicaban que Vícthorin los había usado para tratar a su paciente. 
─¿Cómo te encuentras? ─preguntó Lem a la vez que se sentaba a los pies de la cama en que se encontraba Páragul.
─Mejor ─respondió Páragul─. ¿Dónde está Ryn?
─... ─Lem desvió la mirada yPáragul lo miró.
─¿Dónde está, Lem?
─Ellos... se la han llevado.
─¿Y a qué esperamos? ─dijo Páragul destapándose─ ¡Hay que ir a por ella!
Entonces Páragul vio su pierna. Tragó saliva y miró a Lem.
─Vícthorin ha dicho que no podrás caminar de nuevo ─dijo Lem mirando al suelo.
Páragul se volvió a acostar y miró el techo de la tienda, en shock. Lémoilas, dejó la estancia en silencio.
Toda la compañía esperaba fuera. 
─¿Cuál es el plan? ─inquirió Edd.
─No sabemos dónde se encuentran... se lamentó Ari, apenada.
─En realidad ─dijo Eliawain─. Sí que podemos saber dónde se encuentra. 
Todos miraron a Eliawain, sorprendidos. 
─¡Oye, oye! ─dijo Eliawain, incómodo─ ¡No me miréis asi!
─¿Cómo? ─preguntaron Ali y Stert a la vez.
─Usando un hechizo ─respondió Eliawain, franco.
─¡Pues úsalo! ─dijo Cristán.
─Vale, vale, ya voy. 
Eliawain cerró los ojos y levantó el dedo índice. Movió ese dedo en círculos y pareció que la realidad se distorsionaba, y todos vieron como el aire alrededor del dedo del mago, adquiría una textura acuosa. De repente, el dedo dejó de moverse y señaló en una dirección. 
─Es por ahí ─dijo el mago. 
─¡Vamos!─dijo Lem.
─No ─se negó Vícthorin─. Páragul está muy débil. Si lo movemos, se podría morir.
─En ese caso... ─dijo Lem─ Cristán, Vícthorin y Ealena se podrían quedar aquí mientras el resto vamos a rescatar a Émiryn.
─De acuerdo, me quedo con Victhorin ─dijo Ealena complacida.
─Eliawain, guíanos ─dijo Lem mirando al mago.
─En seguida, Moi
La partida de guerreros fueron siguiendo a Eliawain hacia las enormes colinas de los páramos de aquella zona. 
Una fina llovizna empezó a caer cuando llegaron a la entrada de la guarida de los hombres de Fillat. Tres guerreros con runas en la frente, estaban vigilando la entrada. Estaban bien armados y se mantenían firmes, con las cimitarras preparadas. Cristán sacó su arco y se adelantó. Los tres soldados atacaron a Cristán, que encajó tres flechas en la cuerda de su arco y disparó. Las tres flechas, se disgregaron y dieron en el banco, atravesando el pecho de sus tres enemigos, que desaparecieron. 
─El disparo de los tres nombres ─dijo el arquero.
Los ocho amigos entraron en los túneles subterráneos que conformaban la guarida de Fillat, con la firme intención de sacar a Ryn de allí. 

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