viernes, 19 de mayo de 2017

DEREBAND: Cap 2

La escaramuza en la oscuridad






Lémoilas cortó cinco orcos con facilidad y paró el ataque del orco jefe. Edd soltó un ronquido y se movió un poco. Mientras, Cristán disparaba flechas sin errar un solo tiro y Eliawain invocaba un hechizo de fuego. Un abanico de llamas salió de sus manos y quemó a cinco orcos.
─Jujuju, me gusta quemar cosas! ─dijo Eliawain.
Un orco se acercó a Edd y atacó con su espada a la cabeza del enano, que justo se movió dormido evitando el golpe.  Lem miró a su alrededor y se movió con velocidad girando sobre sí mismo como peonza y cortando a tres orcos que lo rodeaban.
─Guau Lem ─dijo Cristán─, tu técnica és muy útil.
¡Gracias! ─dijo Lem sonriendo.
En ese momento, usando ese pequeño despiste el gran orco atacó a Lem, cortándole en su pecho. Lem miró asombrado el corte mientras retrocedía y caía de rodillas.
─Regla número uno del combate ─dijo el orco mientras sonreía─. Nunca bajes la guardia.
─¡MOI! ─gritó Eliawain mientras el gran orco reía.
Con una velocidad asombrosa, Eliawain conectó una serie de ataques mágicos relampagueantes que impactaron en la armadura del malvado, sin causarle grandes daños pero obligándole a retroceder.
─Maldito gusano... ─gruñó el orco furioso─. ¡Voy a matarte sabandija!
─Oh, oh ─dijo Eliawain bajando los brazos a causa del cansancio. 
Cristán disparó sobre el orco pero este paró el ataque con su escudo y siguió avanzando hacia el mago que jadeaba por el seguido de ataques anterior. El orco alzo su cimitarra y golpeó hacia bajo pero un escudo mágico creado por las últimas fuerzas de Eliawain paró el golpe. 
─No te vas a librar, insecto ─dijo el orco con una sonrisa macabra en la cara. 
─¡Eliawain corre! ─dijo Cristán mientras mantenía a raya a los orcos que le atacaban. 
Eliawain levantó la mirada y miró la espada que se acercaba y se dijo "si tengo que morir, que sea sonriendo". Así que sonrió y cerró los ojos esperando su final. Sin embargo, este no llegó a producirse. La hoja de una katana sobre salía del pecho del guerrero orco.
─Regla número dos del combate ─dijo Lémoilas desde detrás del orco─. Nunca des la espalda a tu oponente.
─Ma...Maldito... ─dijo el orco mientras intentaba girarse. Sin embargo no lo consiguió y cayó al suelo fulminado. Lem se apoyó en su espada y miró a los ojos que se acercaban. 
─Es increíble que acabemos así... ─dijo.
 Una figura entró en acción en ese entonces. Llevaba un bastón y unas lentes. Sus pies iban descalzos y parecía que flotasen sobre la hierba y su pelo corto era negro. Parecía que danzase, con esa sonrisa alegre en la boca. 
─Mi tanqueeee, me lo robaaaaron ─cantaba el desconocido mientras golpeaba con sus pies a los orcos─ de caminoooo a Stalingradoooo.
En un santiamén el desconocido había eliminado a todos los orcos.
─Orco muerto, abono pa' mi huerto ─dijo el desconocido guardándose el bastón.
Lem miró al desconocido. Definitivamente era un tipo muy raro.
─¡Hola, soy Lem! ─dijo con entusiasmo, aunque su herida sangraba─. ¿Y tú quién eres?
─Soy Partonio ─dijo el ermitaño─. Estás herido, deja que te cure.
Partonio vendó la herida de Lémoilas mientras el resto se presentaba.
─Hala ─dijo Patronio─, ahora es meeeeu.
─¿Qué ha pasado? ─dijo Edd con cara de soñoliento. Se acababa de despertar.
Todos rieron por la situación, excepto Edd, que no entendía nada.
─Oye Partonio ─dijo Lem─. ¿Quieres unirte a nuestro grupo?
─Mmmmmmm ─meditó Partonio─. ¡Vale!
Entonces, todos se fueron a dormir. El siguiente día, proseguirían con su viaje.

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