martes, 30 de mayo de 2017

DEREBAND: Cap 7


Páragul miró a todos los que rodeaban el campamento. Los más cercanos a Fillat no tenían runa.
─No quiero pelear con vosotros ─dijo con voz calmada. 
─¿Acaso tienes miedo? ─dijo uno de los guerreros que se encontraban más cerca de Fillat. Tenía una lanza en la espalda y seguramente era uno de los más fuertes y hábiles de la banda.
─No me gusta pelear ─dijo el héroe de guerra con sencillez.
─Pues deja que nos lo llevemos todo ─dijo Fillat, arrogante.
─No puedo permitirlo. No son mis cosas.
─En ese caso tendrás que morir ─dijo Sigrid.
Con un gesto, tres de los hombres hechizados atacaron al guerrero, pero este desapareció y apareció tras los bandidos. Los tres se desplomaron en el suelo y desaparecieron, troceados por la espada de Páragul.

Émiryn aprovechó para entrar dentro del carromato a coger su arco. Sin embargo un hombre la cogió por el cuello desde atrás y ella notó la punta de un cuchillo en su espalda.
─Qué velocidad... ─dijo uno de los hombres sin runa, admirando a Páragul.
Páragul contrajo la cara en un gesto de dolor y se desplomó agarrándose la pierna.
─¡Pero si ni siquiera se puede mover! ─dijo el asesino de la lanza─ Déjame que me ocupe de él, Fillat.
─No será necesario ─dijo el líder.
Sigrid hizo otro gesto y cinco más se adelantaron. Páragul se incorporó a duras penas. Los cinco atacaron a la vez y Páragul saltó con la pierna buena, por encima de ellos, cayendo en una mortífera lluvia de acero. Sin embargo la pierna le volvió a fallar y cayó mal.
Los cinco individuos desaparecieron.
─¡Es absurdo, estamos perdiendo el tiempo Fillat! ─dijo el de la lanza─ Déjame encargarme de él, te lo ruego.
─Como quieras ─sonrió el líder con malicia.
El hombre avanzó. Tenía la cara cubierta por un pañuelo que también le envolvía la cabeza. Todo él vestía de gris pardo, mezclándose en el medio.
─Te ha llegado la hora, lisiado ─dijo brandiendo su formidable arma─. Probarás la punta de mi lanza y recordarás mi nombre cuando mueras. Soy Wakambidi y soy tu final.
Páragul se levantó, apoyándose en su espada. Si aquel tipo luchaba igual de bien que fardaba, tendría problemas. Lo mejor sería que atacase primero. Sí, un atque sorpresa sería del todo inesperado...
Páragul se arrojó a toda velocidad hacia Wakambidi con la espada en ristre, esperando cortarlo, pero cuando bajó la espada, no se encontró con nada. Un golpe en su cabeza hizo que se cayera hacia delante. El asesino había esquivado el golpe y se había colocado tras él, golpeándolo con el mango de su arma.
─Vaya ─dijo Wakam─. Pensé que serías más rápido...
"Qué velocidad más sorprendente" pensó Páragul ". Es incluso más veloz que yo..."
─¿A qué esperas mequetrefe? ─lo picó Wakambidi─ Ataca, estúpido.
Páragul se levantó y miró al asesino. Tendría problemas si no acababa con él pronto. La pierna podría traerle más complicaciones. 

En otra parte, Edd, Partonio y Cristán llegaron donde Lem, Eliawain y Victhorin. 
─¡Cuidado! ─gritó Cristán disparando a la demoníaca figura. La flecha se quemó al contacto con el cuerpo de Ealena

─Tranquilo, Cristán ─dijo Eliawain─. Ella es una amiga.
─Pero... ¿y los niños? ─dijo Edd─ Porque en mi garaje no están...
─Era todo mentira ─respondió Vícthorin─. Los asesinos son Fillat y Sigrid.
─Pues menudo fiasco ─dijo Partonio.
─¡Tenemos que volver!─exclamó Moi─ ¡Páragul y Ryn están en apuros!

Páragul levantó la mirada mientras la sangre le goteaba por la cara. Aquel tipo iba a acabar con él. La lanza se le había clavado en la pierna mala y en la mano izquierda. Además, había esquivado una estocada que iba hacia su cabeza y que le había cortado en la sien.

─Pensaba que ibas a ser un hueso más duro de roer ─dijo Wakambidi dándole la espalda a Páragul─, pero has resultado un auténtico fracaso. 

Lem salió el primero de la cueva y se encontró de frente con Ari.
─¡UAAAAH! ─gritó Ariwen─. Joder que susto...
─¿Ya os habéis cargado a la diablesa?
─No exactamente ─dijo Edd mientras salía. 
─¡Hay que ir con el resto! ─dijo Lem echando a correr con Eliawain pisándole los talones. 
Todos corrieron tras Lem hasta llegar al campamento. Perro este ya no estaba. Sólo quedaban los restos carbonizados de la hoguera y un cuerpo al lado. Victhorin se acercó al cuerpo y lo giró. 
Páragul estaba tendido en el suelo. Su torso estaba surcado de cortes y de heridas provocada porque le habían clavado lanzas.
─¡AYUDADME! ─gritó Victhorin─ ¡SIGUE CON VIDA!

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