viernes, 28 de julio de 2017

DEREBAND Cap 23

[Se recomienda al lector que escuche la canción mientras se procede a la lectura]


Los guerreros de Malequith se arrojaron sobre la compañía desde la otra orilla. El Caballero de Plata iba al frente encabezando la acometida y los guerreros se amontonaban a su alrededor. Sin embargo, en medio del río estaba la Compañía y el choque fue estrepitoso. Acero y sangre se mezclaron con las gélidas aguas del torrente que bajaba y gloria y fama se lograron este día. Desde la cumbre de la colina, los arqueros liderados por Cristán y Émiryn disparaban. Aenaluck estaba entre ellos y pese a que su puntería no era tan certera a la de la elfa y el cocinero, su capacidad con el arco era comparable a cualquier otro arquero fluviano.


Lémoilas giró sobre si mismo con su katana en un lado de forma que los cinco enemigos a su alrededor fueron abatidos. El espadachín paró de girar y miró a su alrededor. Se dió cuenta de que iban perdiendo la batalla pero eso no lo desanimó ni un pelo. A su derecha tenía a Eliawain cuyas manos estaban prendidas en fuego azul. A su izquierda estaba Mesara, que había perdido su alabarda y manejaba sus dos pequeñas hachas con fervor, eliminando todo enemigo que se le ponía delante.
─¡A la orilla! ─gritó Lémoilas.
─No retrocederemos ─se negó Mesara desafiando al elfo con una fiera mirada.
─Mira a tu alrededor ─lo increpó el líder de la Compañía─. Estamos perdiendo y no pienso perder a mis amigos cuando puedo evitarlo. 
Mesara miró a su alrededor y vió que tanto Ari, coma Ali, Stert y Vícthorin tenían problemas. Lémoilas tenía razón. Debían retirarse.
La Compañía fué cediendo paso a los guerreros de Malequith y fueron dejando el río hasta llegar a la orilla. 
─¡Eliawain, haz lo que teníamos planeado! ─gritó Lémoilas.
El mago asintió y se colocó detrás del elfo, que lo protegió de espadas y lanzas enemigas. Juntó las manos y las colocó a su derecha, apuntando a las montañas. Las manos brillaron azuladas y Eliawain las movió hacia atrás. De inmediato, las aguas se retiraron hacia las montañas. Eliawain volvió a moverlas, esta vez hacia el río y una enorme crecida avanzó arrastrando a sus enemigos. 



Sin embargo, los caballos de Stert y Alilea se encabritaron y el de Stert se marchó hacia el bosque con Stert tratando de domarlo. Además una ola se llevó a Victhorin, Partonio, Ariwen y Édgamer, pero el druida fue rápido y sacó una rama, que rápidamente creció convertiéndose en una embarcación, que alcanzó la otra orilla. Allí había guerreros y los cuatro los enfrentaron rápidamente. 
Eliawain cayó al suelo, agotado y la crecida pasó pero aún así quedaban varios guerreros. 


 

El caballero de plata se había salvado y a su lado había un mago y un renegado. Cruzando el río, una jinete se acercó al galope y habría arrolado a Lem si otra jinete no hubiese chocado contra ella. 
Alilea había aparecido cargando contra su enemiga, que paró el golpe y pasó de largo. Alilea sonrío y agarró con más fuerza su lanza.
El Caballero de Plata, avanzó hacia Mesara y sus armas soltaron chispas cuando chocaron. Lémoilas miraba el combate de Palborán de reojo mientras esquivaba un sablazo del renegado. 
Páragul miró de frente al mago, que le arrojó una bola de fuego. Sin embargo, el héroe, en vez de esquivar el ataque como habría hecho cualquiera, propinó una potente patada a la esfera, que se elevó en el aire y estalló en mil pedazos. Aquella prótesis funcionaba de maravilla...
Aenaluck tensó y apuntó al Caballero de Plata, pero Cristán le bajó el arco.
─Mesara jamás perdonaría que interferieran en su combate ─dijo el arquero con lentes. Y los demás lo tolerarían aún menos.
─Busquemos a Stert ─dijo Ryn─. Su caballo se ha perdido en el bosque cuando se ha encabritado y Stert no ha logrado bajarse a tiempo.
─¿Vuestros amigos podrán con los guerreros de Malequith? ─pregunyó el heredero.
Ten fe en Lémoilas ─dijo Cristán─. Es el elfo que conseguirá derrotar al Dragón.

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